TEXTO
El niño está enfermo. Casi no se mueve. He matado la vaca y
le estoy dando su sangre. Pero apenas logra tragar algo. He hervido trozos de
carne y huesos hasta hacer un caldo espeso y oscuro. Se lo estoy dando disuelto
en agua de nieve. Todo huele, otra vez, a muerte.
Está muy caliente. Ahora escribo con él en mi regazo y
duerme. ¡Cuánto le quiero! Le he cantado una canción triste de Federico
Llanto de una calavera
que espera un beso de oro.
(Fuera viento sombrío
y estrellas turbias).
Ya no recuerdo los poemas que recitaba a los soldados. Con el
hambre lo primero que se muere es la memoria. No logro escribir un solo verso
y, sin embargo, en mi cabeza resuenan mil nanas para mi hijo. Todas tienen la
misma letra: ¡Elena!
Hoy le he besado. Por primera vez le he besado. Se me habían
olvidado mis labios de no usarlos. ¿Qué habrá sentido él ante el primer
contacto con el frío? Es terrible, pero debe de tener ya tres o cuatro meses y
nadie le había besado hasta hoy. Él y yo sabemos qué largo es el tiempo sin un
beso y ahora, probablemente, no nos quede suficiente para resarcirnos. El
miedo, el frío, el hambre, la rabia y la soledad desalojan la ternura. Sólo
regresa como un cuervo cuando olisquea el amor y la muerte. Y ahora ha
regresado confundida. Olfatea ambas cosas. ¿Hay ternuras blancas y ternuras
negras? Elena, ¿de qué color era tu ternura? Ya no lo recuerdo, ni siquiera sé
si lo que siento es pena. Pero le he besado sin tratar de suplantarte.
Alberto
Méndez: Los girasoles ciegos
Pregunta
1. Señale la organización de las ideas del texto. (Puntuación máxima 1,5 puntos)
Primera
parte (párrafo 1): Presentación o situación inicial:
- Eulalio describe la situación dramática que
vive su hijo (que ha caído enfermo), así como sus intentos desesperados por
mantenerlo con vida.
Segunda
parte (párrafos 2 - 4): Nudo o desarrollo de la acción:
- El niño duerme en el regazo de su padre,
mientras éste escribe en su cuaderno (párrafo 2).
- Eulalio le canta una canción de Lorca a su
hijo; es una canción triste de Lorca, en la que se presiente la cercanía de la
muerte (párrafo 3).
- Eulalio ha olvidado los poemas que solía
recitar durante la guerra; en cambio, recuerda muchas nanas para cantar a su
hijo (párrafo 4).
Tercera
parte (párrafo 5): Desenlace o situación final:
- Eulalio besa por primera vez a su hijo. Es un gesto de ternura que Eulalio
no sabe cómo interpretar (¿es fruto del amor o de la cercanía de la muerte?) .
El texto presenta pues, una estructura clásica,
tripartita.
Pregunta 2. Indique el tema y escriba un resumen del texto. (Puntuación máxima 1,5 puntos)
Tema. Lamento de Eulalio ante la
enfermedad de su hijo y ante la inminencia de la muerte.
Resumen. Ante la enfermedad de su hijo, Eulalio intenta de forma desesperada
salvarle la vida, pero al mismo tiempo presiente que el final está próximo.
Este presentimiento se refleja en la canción que le canta a su hijo (una
canción triste de Lorca). Eulalio ya no recuerda los poemas con los que
arengaba a los soldados; sólo le vienen a la cabeza nanas para su hijo. Tras
besar por primera vez a su hijo le embarga la pena, pues no sabe si su ternura
es fruto del amor o de la cercanía de la muerte.
El texto pertenece a Los girasoles
ciegos, la única obra publicada por el escritor Alberto Méndez. Persona de
izquierdas (militó en el Partido Comunista hasta 1982), realizó diversos
trabajos en editoriales nacionales e internacionales, y no se dedicó a
la literatura hasta los últimos años de su vida: el libro fue publicado en
2004, cuando el autor contaba con sesenta y tres años, poco antes de que se
produjera su fallecimiento. Como vemos, la reflexión se centra en la posguerra,
concretamente en las consecuencias que deja la violencia en un país dividido y
desangrado. Cada relato nos coloca en un escenario distinto, lo que aporta una
gran riqueza: unos personajes son militares, otros, civiles; unos mayores,
otros, niños; unos pertenecen a un bando, otros a otro. Pero existen elementos
comunes: las cuatro historias llevan la palabra “derrota” en el título, y en
las cuatro aparecen situaciones de pérdida, de miedo, de sufrimiento, de
supervivencia… El resultado es un libro magistral en el que se dibuja el mapa
de la derrota que afecta a los dos bandos.
El texto
que se nos propone para el comentario corresponde al segundo relato, que lleva
por título “Segunda derrota: 1940 o
Manuscrito encontrado en el olvido”. Es seguramente el relato más
logrado y sobrecogedor de los cuatro (recordemos que el autor ganó en 2002 el
premio Internacional de Cuentos Max Aub por este relato). El relato narra de
manera dramática la historia de Eulalio, un joven poeta republicano, que, tras
la guerra, huye hacia las montañas en compañía de Elena, su mujer embarazada.
En un escenario solitario y frío, en medio de una naturaleza hostil, cruenta e
invernal, la muchacha da a luz a un niño y muere tras el parto. A través de un
diario íntimo, donde el adolescente deja escrito su miedo, se nos va poniendo
en antecedentes de la vana lucha que emprende el joven padre para salvar la vida
de su hijo. El instinto de supervivencia se une al deseo de no sufrir una
segunda derrota, al deseo de no darles una última satisfacción a los
vencedores. Eso, unido a la desconfianza y al miedo (dos temas centrales en
toda la obra), explicaría que Eulalio no busque la ayuda de otras personas y
que prefiera mantenerse oculto (el tema del encierro también es recurrente en
la obra). Esta resistencia de Eulalio le acaba costando la vida al él y a su
hijo, pero supone para él una victoria moral frente la “infame turba de
nocturnas aves”… En el cuarto relato (protagonizado por los padres y el hermano
de Elena), Eulalio y Elena son de nuevo mencionados, y se cuentan nuevos
detalles de su historia (en concreto detalles de los primeros momentos de su
huida): que se ocultaron en la casa de una antigua criada de los padres de
Elena, y que consiguieron salir clandestinamente de Madrid montados en un
camión que transportaba ganado a Valladolid.
El fragmento que se nos propone
para el comentario corresponde a la parte final del relato (es la “Página 20”
de las veintiséis que componen el cuaderno de Eulalio). A estas alturas del
relato, la situación física y anímica del protagonista ya está muy empeorada
(“Todo huele, otra vez, a muerte”). Por cierto que esta degradación paulatina
de la condición humana de los vencidos es algo que apreciamos en los cuatro
relatos
(la vemos igualmente en el capitán Alegría, en Juan Senra y en Ricardo Mazo). Esta situación terminal que vive Eulalio, unida al embrutecimiento vivido durante la guerra, hace que el protagonista haya tenido que aparcar sus sentimientos más humanos, como son el amor y la ternura. Destacamos en este sentido la siguiente cita del texto:
“El miedo, el frío, el hambre desalojan la ternura”. Estas palabras vienen a significar que las circunstancias extremas que vive Eulalio han acabado con su sensibilidad, que dichas circunstancias le han embrutecido y no dejan lugar para los afectos. Haciendo una lectura más amplia, podemos entender que el autor no se está refiriendo únicamente al personaje de su relato, sino que, a través de él, intenta reflejar la deshumanización de la sociedad española durante la posguerra.
(la vemos igualmente en el capitán Alegría, en Juan Senra y en Ricardo Mazo). Esta situación terminal que vive Eulalio, unida al embrutecimiento vivido durante la guerra, hace que el protagonista haya tenido que aparcar sus sentimientos más humanos, como son el amor y la ternura. Destacamos en este sentido la siguiente cita del texto:
“El miedo, el frío, el hambre desalojan la ternura”. Estas palabras vienen a significar que las circunstancias extremas que vive Eulalio han acabado con su sensibilidad, que dichas circunstancias le han embrutecido y no dejan lugar para los afectos. Haciendo una lectura más amplia, podemos entender que el autor no se está refiriendo únicamente al personaje de su relato, sino que, a través de él, intenta reflejar la deshumanización de la sociedad española durante la posguerra.
Sin embargo, el protagonista,
sintiendo cercana la muerte, realiza un gesto muy humano a través del cual
vuelve a expresar sus sentimientos, superando la inhumanidad de la situación
que le ha tocado vivir (“Hoy le he besado. Por primera vez le he besado”).
Además, exclama “¡Cuánto le quiero!”, y le canta una canción de García Lorca a través
de la cual parece querer ahuyentar el negro destino que se abate sobre su hijo…
Podemos entender que estos gestos los realiza para recuperar su condición
humana, que le devuelven al joven poeta su dignidad como persona. Aunque
también es cierto que Eulalio explica su gesto de manera menos complaciente:
“(la ternura) solo regresa como un cuervo cuando olisquea el amor y la muerte”,
y en este sentido habla de “ternuras blancas” (las que surgen cuando el amor
está cerca) y de “ternuras negras” (las que surgen cuando la muerte está
cerca). Eulalio afirma que su ternura “ha regresado confundida”, pues “Olfatea
ambas cosas” (el amor y la muerte). Sin duda el autor refleja aquí el
abatimiento anímico de su personaje y, por ende, de todos los derrotados en la
guerra. El tema de la derrota está presente a lo largo de toda la novela,
simbolizada en los girasoles ciegos, es decir, perdidos, desorientados,
fracasados.
En el texto propuesto para el
comentario, concretamente cuando el protagonista escribe “Ya no recuerdo los
poemas que recitaba a los soldados”, podemos intuir el papel que desempeñó
Eulalio durante la Guerra Civil. Por cierto que es un papel que recuerda en
gran medida al que desempeñó el poeta Miguel Hernández (al que, de hecho, se
cita en otro momento de este segundo relato). A través de la cita indicada
vemos que Eulalio, como Miguel Hernández, se alistó en el bando republicano y
se dedicó a levantar la moral de los soldados recitando poesías. Podemos
establecer, pues, un paralelismo entre este personaje histórico y el personaje
de ficción creado por Alberto Méndez. También las suyas son vidas paralelas en
cuanto al desenlace final, ya que ambos fueron perseguidos por el bando
vencedor tras la guerra (recordemos que Miguel Hernández fue encarcelado y que
murió en la cárcel, enfermo, en 1942).
Pero la cita antes indicada
también sugiere otro de los temas centrales de la obra: el tema de la memoria.
Efectivamente, el joven poeta se queja de su falta de memoria (“Ya no recuerdo
los poemas que recitaba a los soldados”), y, acto seguido, intenta dar una
explicación a tal circunstancia: “Con el hambre lo primero que se muere es la
memoria”. Eulalio se siente muy frustrado por este hecho pues, como el resto de
los protagonistas de la novela, quiere dejar constancia de lo ocurrido, quiere
mantener el recuerdo de lo sucedido, legar su memoria a las generaciones
venideras… Por eso Eulalio se siente frustrado cuando no logra recordar, por
eso se esmera en escribir su cuaderno y cuida de su lápiz como si fuese un
tesoro, por eso deja su cuaderno en un lugar en el que pudiera ser fácilmente
encontrado… Su obsesión es mantener viva la memoria, algo que también
encontramos en otros personajes de la obra: piénsese en la nota encontrada en
el bolsillo de el capitán Alegría (primer relato), o piénsese en la carta que
escribe Juan Senra a su hermano (tercer relato).
Como conclusión, la frustración y el dolor a los que están
sometidos los personajes de este libro reflejan el drama sufrido por muchas
familias durante la posguerra. Solo nuestros mayores y los que vivieron aquella
tremenda época pueden valorarla en su justa medida, por su experiencia directa.
Alberto Méndez consiguió profundizar de forma aguda en este triste episodio de
nuestra historia reciente, en las consecuencias de esta guerra en la que todos
salieron derrotados. A través de su ficción, ayudó en la elaboración de la
memoria colectiva, y es que “Los girasoles ciegos” es
una obra sobre la memoria, sobre una memoria que debe tener definitivamente su
asentamiento en el lugar que le corresponde. Porque superar la tragedia de
aquella España de represión, marchas militares y ruido de sables, exige asumir,
no pasar página o echar en el olvido.
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