domingo, 25 de marzo de 2012

ESCLAVOS

 
 
Ningún imperio se ha hecho sin esclavos. Egipto y Mesopotamia dominaron grandes territorios e impusieron su hegemonía gracias a un genio que, en vez de pasar a cuchillo al enemigo después de la victoria, pensó que era mucho más rentable respetarle la vida, hacerlo prisionero y condenarlo a trabajar como esclavo hasta la muerte. El latido de la Historia comenzó a exigir esta carne humana cada vez en mayor cantidad para erigir templos a los dioses y morir en los campos de batalla. Fueron sus esclavos los que permitieron a los griegos y romanos tener tiempo libre, crear la democracia y el derecho mientras ellos levantaban el Partenón y el Coliseo a golpe de látigo. Los romanos creían que la familia estaba protegida por los dioses lares, pero en realidad los dioses lares eran los propios esclavos, sin los cuales resultaba imposible mantener el fuego sagrado del hogar. Aun hoy la falta de criados es la que ha destruido a la familia burguesa. El Papado tuvo esclavos mientras ejerció el poder temporal y el negrero fue la figura crucial del siglo de oro español e inglés, la correa de transmisión de la conquista de América. Tampoco en nuestros días se puede desarrollar un imperio hegemónico sin la esclavitud. Hoy la carne humana más barata se halla en China y en la India. Son más de 1.500 millones de seres dispuestos a ser sacrificados al dios del mercado a cambio de una ración de subsistencia, la necesaria para seguir trabajando. Norteamérica aún es asaltada por las oleadas de hambrientos hispanos que suben desde el fondo de los países del sur a ofrecerse como carne de cañón. Alemania, el motor de la economía europea, solo tiene la cantidad ridícula de 80 millones de habitantes para hacer frente a esa infame necesidad de empujar la Historia hacia adelante. Europa no puede hacer nada porque carece de esclavos y si los hay son todos renuentes a humillar la cerviz, acostumbrados al bienestar social y a toda clase de derechos humanos. ¿Dónde están los esclavos italianos, franceses, ingleses, escandinavos y españoles? En este momento los está fabricando la crisis económica. Si por casualidad oyes sonar de noche las trompetas del Apocalipsis, deberás saber cuál es su pérfido augurio: solo si te conviertes en esclavo podrás sobrevivir.
 

EL PAÍS, Manuel Vicent 18 MAR 2012

Iniciamos el comentario de textos periodísticos con esta magnífica columna de Manuel Vicent. Las cuestiones ya son de sobra conocidas:

1. Organización de ideas.
2. Resumen y tema.
3. Comentario crítico.

LA DESTRUCCIÓN DE LA SELVA

Deforestación de la Amazonia
 CAPÍTULO CUARTO

Había también un muelle de tablones que Antonio José Bolívar evitó, y navegó algunos metros más aguas abajo hasta que el cansancio le indicó un sitio donde levantó la choza.
Al comienzo los lugareños lo rehuyeron mirándolo como a un salvaje al verle internarse en el monte, armado de la escopeta, una Remington del catorce, heredada del único hombre que matara y de manera equivocada, pero de pronto descubrieron el valor de tenerlo cerca.
Tanto los colonos como los buscadores de oro cometían toda clase de errores estúpidos en la selva. La depredaban sin consideración, y esto conseguía que algunas bestias se volvieran feroces.
A veces, por ganar algunos metros de terreno plano, talaban sin orden, dejando aislada a una quebrantahuesos, y ésta se desquitaba eliminándoles una acémila, o cometían la torpeza de atacar a los saínos en época de celo, lo que transformaba a los pequeños jabalíes en monstruos agresivos. Y estaban también los gringos venidos desde las instalaciones petroleras.
Llegaban en grupos bulliciosos, portando armas suficientes para equipar a un batallón, y se lanzaban monte adentro dispuestos a acabar con todo lo que se moviera. Se ensañaban con los tigrillos, sin diferenciar crías o hembras preñadas, y, más tarde, antes de largarse, se fotografiaban junto a las docenas de pieles estacadas.
Los gringos se iban, las pieles permanecían pudriéndose hasta que una mano diligente las arrojaba al río, y los tigrillos sobrevivientes se desquitaban destripando reses famélicas.
Antonio José Bolívar se ocupaba de mantenerlos a raya, en tanto los colonos destrozaban la selva construyendo la obra maestra del hombre civilizado: el desierto.

Luis Sepúlveda: Un viejo que leía novelas de amor. Tusquets.


Un nuevo texto narrativo para trabajar los tres puntos fundamentales de la prueba de acceso:

1. Organización de ideas.
2. Resumen y tema.
3. Comentario crítico.