domingo, 28 de noviembre de 2010

COMENTARIO CRÍTICO "Caminos"


COMENTARIO CRÍTICO:

Nos encontramos ante un texto literario de género lírico: se trata del poema Caminos de Antonio Machado, incluido en el libro Campos de Castilla, que fue publicado en 1912. Antonio Machado es uno de los poetas más destacados de la literatura española. Perteneciente a la G eneración del 98, suele relacionarse con la corriente del Modernismo, aunque no toda su obra se inscribe en este movimiento. Murió exiliado en Francia en 1939.

El tema principal del poema es la soledad del yo poético, que ha sido abandonado por su amada muerta (“¡Ay, ya no puedo caminar con ella!”, verso 30), tema que podríamos interpretar como una referencia a la vida del poeta, algo frecuente en su poesía: Leonor, su esposa, murió con solo 18 años.

Sin embargo, esta idea no aparece hasta el último verso: el cuerpo del poema lo constituye una descripción del paisaje de Baeza. De nuevo podemos observar referencias a la vida de Machado, quien se trasladó a esta ciudad después de morir su esposa. Aparecen numerosos elementos del paisaje que son descritos en un tono sombrío y gris: “la tarde silenciosa”, “sombrías huertas”, “grises olivares”, “tarde piadosa, cárdena y violeta”, etc. Hay que destacar la presencia de símbolos, pertenecientes a un código propio del autor, y que representan algunos de los temas más importantes de la poesía machadiana. Así, la tarde, que describe el momento del día que está viviendo el poeta (“Yo contemplo la tarde silenciosa”) es una metáfora de la muerte. En oposición a esta, el camino es la vida. Los versos 25-30 (“los caminitos blancos / se cruzan y se alejan…”) hacen referencia, pues, al resto del mundo, que sigue con su vida mientras el yo poético se ha quedado solo. Otros símbolos destacables son el olivo (v. 7), identificado con el pueblo; y el olmo, que en los versos 18-19 es sacudido por el viento como símbolo de un amor que ha sido arrebatado. Por último, la luna, “amoratada, jadeante y llena”, hace referencia de nuevo a la muerte. En suma, se produce una proyección del estado de ánimo, triste y abatido, en la descripción del paisaje y sus elementos.

El poema forma parte, como ya se indicó, de Campos de Castilla, un libro en el que Machado trata ampliamente la descripción del paisaje, al que da forma según sus sentimientos. Dentro de este, se inscribe en una serie de poemas inspirados en la enfermedad y muerte de Leonor.

Laura Cabeza Vega. 2º Bachillerato A (Curso 2010/11)

jueves, 25 de noviembre de 2010

LA CARTA QUE LLEGÓ TARDE

Hotel Bougnol-Quintana (Collioure)

Antonio Machado murió rodeado de frío y miseria. La suya fue una de esas muertes que confirman las peores pesadillas. Y falleció cuando había una luz de esperanza que el poeta nunca percibió. Al día siguiente de ser enterrado, llegó una carta procedente de la Universidad de Cambridge. El viejo templo de la sabiduría inglesa ofrecía a Machado un puesto en su rectorado.

El autor de Campos de Castilla murió sin saberlo. Por cuestión de días podía haber pasado de la pobreza y la derrota a la tranquilidad de un campus británico, lejos de los estertores de una Guerra Civil que destruyó la vida de miles de personas. Esta revelación la hizo pública la creadora de la Fundación Antonio Machado de Collioure (Francia), Monique Alonso, en la Semana Machadiana en Baeza (Jaén) celebrada el pasado mes de febrero.

En enero de 1939, la frontera hispano-francesa era testigo del éxodo de miles de republicanos que huían del avance de las tropas rebeldes. Entre los derrotados estaba Machado, que llegó con muchas penalidades hasta la pequeña localidad de Collioure acompañado de su madre, Ana Ruiz, su hermano José y su cuñada Matea Monedero.

El poeta sevillano tenía 64 años y estaba enfermo. Se hospedó con su familia en el hotel Bougnol-Quintana, que se convirtió en su último lecho. El agravamiento de la neumonía le causó la muerte el 22 de febrero. Tres días después lo hizo su madre, de 88 años e inválida.

Compra del hotel

Ahora, el Ayuntamiento de Collioure negocia la compra del hotel Bougnol-Quintana (cerrado desde hace años) con la intención de convertirlo en museo del poeta español, según señaló Monique Alonso, en la Semana Machadiana, con la que se conmemora el 71º aniversario de su muerte. "La operación está casi cerrada", agregó Alonso, que destacó que la habitación en la que murió Machado, con vistas al mar, se conserva casi intacta.

Alonso aportó la carta enviada a Machado por la Universidad de Cambridge y que llegó demasiado tarde: al día siguiente de ser enterrado. "Se murió sin conocer este ofrecimiento", evocó Alonso en Baeza, donde Machado trabajó siete años como catedrático de francés en el instituto Santísima Trinidad.

Fuente: elpais.com

miércoles, 24 de noviembre de 2010

ANTONIO MACHADO EN AUTOBÚS


La ciudad de Sevilla preside este año 2010 la red de Ciudades Machadianas, formada por cinco ciudades (Soria, Baeza, Segovia y Collioure) que tuvieron un peso fundamental en la trayectoria del autor de "Campos de Castilla". El ayuntamiento de la ciudad hispalense ha decidido decorar los autobuses urbanos con 750 vinilos con los versos del poeta del poeta con el fin de hacer más cercana la obra del escritor sevillano.

Además algunas marquesinas del centro de la ciudad también estarán decoradas, para hacer más leve la espera a aquellos que utilicen el transporte público. No es la única iniciativa cultural que se lleva a cabo en los medios de transporte sevillanos, ya que desde agosto de 2008 se puso a disposición de los pasajeros una serie de libros para leer en el trayecto, casi todos con temática cultural sevillana, así como la posibilidad de descargar poemas a través del Bluetooth.

FUENTE: abcdesevilla.es

martes, 23 de noviembre de 2010

COMENTARIOS CRÍTICOS "A José María Palacio"



Comentario crítico 1.

Miguel García Ortegón. 2º Bachillerato A (Curso 2010/2011)

“A José María Palacio” es un poema escrito por Antonio Machado en abril de 1913 e incluido en su recopilación Campos de Castilla (de 1912, aunque luego sufre diversas modificaciones y ampliaciones) que consiste en una carta ficticia a José María Palacio, pariente de Leonor, su difunta esposa, y que constituye un alegato en favor del recuerdo de ella.

Leonor había muerto en agosto del año anterior y desde este momento hasta la fecha en que se escribe “A José María Palacio” ha transcurrido la parte fría del año, el otoño y el invierno, período caracterizado por la inactividad (por razones obvias), y más aún en la mitad norte de España. Sin embargo, el autor elige el comienzo de la primavera para la creación de este poema porque es entonces cuando se produce de nuevo el inicio de la actividad, cuando el ciclo anual empieza: por lo tanto, aparece el tema del tiempo, tan común en Machado, tiempo en este caso ligado a la monotonía de su paso, que no provoca cambio alguno y todo calma. Esto es precisamente lo que él quiere evitar: que el tiempo “se lleve por delante” (es necesario usar este coloquialismo, pues se requieren su aspereza y crudeza) el recuerdo de Leonor, porque aunque la vida siga su curso para el poeta viuda nada volverá a ser igual, o al menos eso le parece en ese momento.

En el retrato de esta ya comentada vuelta a empezar del ciclo vital Machado hace una división: por una parte, se encuentra el renacimiento de la naturaleza con la tardía y tímida primavera, para el que el sevillano recurre a múltiples imágenes visuales: “zarzas florecidas entre las grises peñas”, “blancas margaritas entre la fina hierba”, “viejos olmos” con “hojas nuevas” (antítesis que refleja una vez más el paso del tiempo), etcétera. Por otra parte, al mismo tiempo se produce el comienzo de la actividad de las personas (similares en su constante trabajo a las abejas - “ya las abejas libarán del tomillo y el romero” -): “mulas pardas en las sementeras”, “labriegos que siembran los tardíos con las lluvias de abril” o “furtivos cazadores” en busca de perdices.

Por último, en la última estrofa del poema se nos muestra la intención de Machado, sobre la que ya he escrito: pide a José María Palacio que tome los primeros lirios y rosas de las huertas y los lleve a la tumba de Leonor (que designa con un eufemismo, “su tierra” en “el Espino”, el cementerio local; se refiere a su difunta esposa sin nombrarla) en un ruego, incluso una velada súplica por mantenerla presente en la memoria, petición a través de la cual se adivina el profundo dolor por la pérdida que acompañaría al poeta durante gran parte de su vida.


Comentario Crítico 2.

Laura Cabeza Vega. 2º Bachillerato A (Curso 2010/11)


El poema del comentario, de título A José María Palacio, es un texto literario de género lírico. Su autor es uno de los poetas más destacados de la literatura española, Antonio Machado, perteneciente a la Generación del 98, y muy relacionado con la corriente del Modernismo, aunque no toda su obra se inscribe en este movimiento. Murió exiliado en Francia en 1939. Entre sus obras destacan Soledades. Galerías. Otros poemas (1907), Campos de Castilla (1912) y Nuevas canciones (1924).

A José María Palacio forma parte de Campos de Castilla, una colección de textos donde evoca el paisaje castellano con un lenguaje sobrio y expresivo. Las descripciones están acompañadas de reflexiones críticas sobre la historia de España y dejan translucir una profunda melancolía personal.

El tema principal del texto que nos ocupa es la tristeza del yo poético por la muerte de su amada Leonor; no obstante, no conocemos este dato hasta el último verso, pues el cuerpo del poema lo constituye una carta a José María Palacio, un conocido de Machado que vive en Soria mientras que el poeta se ha trasladado a Baeza. En la carta, Machado le pregunta por el fin del invierno castellano, en una detallada descripción del paisaje: aparecen el olmo, las acacias, el Moncayo, etc., léxico acompañado de numerosos adjetivos que sin embargo retratan la llegada de una primavera humilde y modesta, pero que lo alegra todo cuando aparece.

Machado emplea oraciones interrogativas con un cierto tono inocente o iluso, lo que podemos relacionar con el sentido que tiene la primavera en el poema. Se trata de una sensación de alegría que el protagonista ya no puede vivir, en el plano no metafórico por no vivir ya en Castilla, y, por otro lado, por no poder estar con su esposa, a quien relaciona con la primavera soriana. En el último verso, el poeta pide a su amigo que suba “al Espino, al alto Espino donde está su tierra…” para visitar la tumba de Leonor. El hecho de que se refiera a ella con un único “su” en todo el poema significa, sin embargo, que aún vive por ella y no hay ningún otro pensamiento en su mente.

En resumen, podemos interpretar la carta como un último hilo de esperanza vana, en la que el autor hace referencia a su propia vida, algo muy frecuente en su obra, para recordar a su amada fallecida. Así pues, dentro de Campos de Castilla, se incluye dentro de un grupo de composiciones dedicadas a Leonor, compartiendo características con muchas de ellas: por ejemplo, el poema Caminos presenta un contenido y una estructura muy similar.



domingo, 21 de noviembre de 2010

RECUERDO DE LEONOR. "A José María Palacio"

Tumba de Leonor (Cementerio El Espino, Soria)


A JOSÉ MARÍA PALACIO

Palacio, buen amigo,
¿está la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
del río y los caminos? En la estepa
del alto Duero, Primavera tarda,
¡pero es tan bella y dulce cuando llega!…

¿Tienen los viejos olmos
algunas hojas nuevas?

Aún las acacias estarán desnudas
y nevados los montes de las sierras.

¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,
allá, en el cielo de Aragón, tan bella!

¿Hay zarzas florecidas
entré las grises peñas,
y blancas margaritas
entre la fina hierba?

Por esos campanarios
ya habrán ido llegando las cigüeñas.

Habrá trigales verdes,
y mulas pardas en las sementeras,
y labriegos que siembran los tardíos
con las lluvias de abril. Ya las abejas
libarán del tomillo y el romero.

¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas?

Furtivos cazadores, los reclamos
de la perdiz bajo las capas luengas,
no faltarán. Palacio, buen amigo,

¿tienen ya ruiseñores las riberas?

Con los primeros lirios
y las primeras rosas de las huertas,
en una tarde azul, sube al Espino,
al alto Espino donde está su tierra…

Antonio Machado (Campos de Castilla, 1917)

Este poema que proponemos para el comentario crítico pertenece la serie de textos escritos por el poeta sobre la muerte su mujer, Leonor Izquierdo. Debemos destacar dos aspectos para su comprensión: la visión emotiva de las tierras castellanas, elemento habitual de los autores noventayochistas, y la aparición de elementos autobiográficos que dificulta la interpretación de ciertos poemas.

Pero, ¿quién era José María Palacio? Un amigo de Machado (y a la vez pariente de Leonor), que reside en Soria.

Para profundizar y contextualizar el poema te indicamos estos materiales:

1. Biografía de Leonor Izquierdo.
2. El influjo de Leonor en la obra de Antonio Machado (Jesús Bozal Alfaro). Un estudio bastante completo sobre la importancia de Leonor en la poesía del poeta.
3. Antonio Machado en Soria. Página que estudia la estancia de Machado en la ciudad castellana. Algunas secciones se dedican a la relación con Leonor.
4. José María Palacio recuerda la figura de la esposa de Machado. Testimonios de la época en los que se descubre la especial devoción de Machado por Leonor.
5. Testimonios sobre Antonio Machado. Reproducimos el texto (Fuente)


Dos días en Soria

En la “Soria fría, Soria pura” del verso famoso, el silencio era más denso, más profundo que en Segovia, la vida más silente y de ritmo más tenue –no había alcázar ni cadetes, cosas de suma importancia que no pueden ni deben prodigarse- y el cielo estaba más alto que en Segovia y tenía más luceros.
Soria era decorado más a tono con el poeta de las “Soledades” y las “Galerías”; por más severo y desnudo que el de Segovia. Digo decorado por como todo hombre que no es cualquiera, uno de tantos de los que pertenecen al gárrulo mundillo de los plurales, necesita un decorado singular para su singularidad. Decorado para el personaje que es todo hombre de mucha y auténtica personalidad.
En Soria el ser, estar, sentir y pensar de Antonio Machado se acentúan y perfilan. Influencia del decorado en el hombre. En Soria Antonio Machado era más “silencioso y misterioso” que en otros decorados. Soria había sido su juventud de la que dan fe los versos de las “Soledades” y las “Galerías”, el aula fría del “humilde profesor“, la humildad de la casa que le cobija y en ella el amor saliéndole al paso: Leonor, la esposa –niña que se llevaría la muerte-.
“¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?...”
La esposa-niña a la que Antonio no olvidará jamás. Los hombres como Antonio no saben olvidar. Solo olvidan los necios, los superficiales, los deshabitados. Antonio, viudo, era ya don Antonio, al que los sorianos habían visto feliz porque paseaba del brazo de una mujer que se sonreía. Porque la amaba no podía seguir en Soria, donde todo, la “calle vieja”, los “álamos del río”, la “casa tan querida donde habitaba ella”, le recuerda el bien perdido. Y huía: a Madrid, a Baeza, a Segovia. Pero “su” decorado, el más identificado con su personaje –a pesar de que el poeta fue hombre serio y por lo tanto enemigo acérrimo del personajismo irrisorio- será Soria. Hoy, decir Soria es decir Antonio Machado.
Desde entonces tuvo un gran amigo que sonreía con tanta amargura como Heine y Larra. Se llamó Juan de Mairena.
Durante aquella mi primera estancia en la vieja ciudad castellana no vi las famosas ruinas de Numancia que cantara Cervantes con temple y acento de gran trágico, pero fuimos por un camino que don Antonio había paseado mucho: el de la ermita de San Saturio, que diole a Gaya Nuño tema para escribir un pequeño gran libro.
Y una tarde don Antonio me dejó en un café de no recuerdo qué plaza, diciéndome:
-¿Me permite usted que salga unos momentos? Volveré pronto.
El café era uno de esos viejos cafés provincianos –alto techo, alto mostrador, un par de columnas y en una de ellas la típica bola de metal pulido en cuyo interior el mozo guardaba el paño de limpiar el mármol de las mesas, diván corrido a lo largo del muro, espejos de lámina opaca para que, cuando el café está vacío, se contemplen en ella los fantasmas- que supongo habrá desaparecido y que yo preferiría, por su intimidad y campechanía, a la presuntuosa y fachendosa vulgaridad de las cafeterías de hoy.
Aquella tarde había poca gente en el de Soria. Una mesa la ocupaba un señor alto, cenceño, amojamado, que leía “El Sol”; otra la ocupaban cuatro jugadores de cartas; otra, yo, solitario.
Compadecido de mi soledad, se me acercaba el dueño del café.
- Buenas tardes.
- Buenas tardes, señor.
Considerándolo tal vez un defecto, preguntaba el cafetero: - ¿El señor es forastero?
- Forastero.
Y considerándolo una virtud, añadía:
- Pero amigo de don Antonio.
- Muy amigo.
- Vivió aquí en Soria unos años. Aquí se casó. Y aquí enviudó. Viene de cuando en cuando y nunca deja de visitar El Espino.
- ¿El Espino?
- El cementerio. Allí está enterrada Leonor, su mujer. Una muchacha muy linda y muy enferma. Estaba enamoradísima de él. Y él de ella.
El cafetero meneaba tristemente la cabeza. Las palabras del buen hombre hacía
más silenciosa, más solitaria, más opaca la tarde de la vieja ciudad.
Ante mi silencio preguntábame el cafetero tras una pausa de la que ni él ni yo sabíamos como salir:
- ¿No le he molestado al señor?
- No, hombre –protestaba yo- ni mucho menos. En Soria y de Soria nada puede molestarme.
Agradecía, casi emocionado, el cafetero:
- Gracias, señor.
Y antes de retirarse a su atalaya del mostrador, me aseguraba: -don Antonio es
muy sabio y muy bueno.
Cuando regresó el poeta no me dijo de dónde venía. Ni yo se lo pregunté. Únicamente quiso saber, como disculpándose por la tardanza: -¿Se aburrió usted mucho?
- No don Antonio. Yo no me aburro nunca.
Volví a verle otras muchas veces: en Madrid, en Segovia, en Soria. Y por última vez, en Barcelona, cuando la guerra llegaba a su último acto.

Luis Capdevila.
La Vanguardia Española.
9 de junio de 1972


viernes, 19 de noviembre de 2010

COMENTARIOS CRÍTICOS "Fue una clara tarde ..."


Comentario crítico 1. Laura Cabeza Vega. 2º Bachillerato A (Curso 2010/11)

Nos encontramos ante un texto poético de género lírico: se trata del poema “Fue una clara tarde, triste y soñolienta…” de Antonio Machado, incluido en Soledades, libro publicado en 1903 y que después se amplió con el título Soledades. Galerías. Otros poemas (1907). Su autor es uno de los poetas más destacados de la literatura española. Perteneciente a la Generación del 98, suele relacionarse con la corriente del Modernismo, aunque no toda su obra se inscribe en este movimiento. Murió exiliado en Francia en 1939.

El tema principal del poema es la evocación de un amor pasado. El yo poético se presenta como un hombre que ha olvidado, y la capacidad de recordar es atribuida a una fuente, que de este modo, a través de la personificación, se convierte en una parte de la conciencia del protagonista. El amor sobre el que habla la fuente fue amargo: “-Yo no sé de leyendas de antigua alegría, /sino historias viejas de melancolía…” y podríamos interpretar que ese dolor es el que hace al yo poético querer dejarlo en el olvido, cosa que le resulta imposible.

El poema desarrolla una narración en la que el protagonista entra en un parque, se encuentra con la fuente y después sale. Es de gran importancia la descripción del paisaje, sobre el que se realiza una proyección del estado de ánimo del yo poético. Así, el parque es descrito como un espacio cerrado y solitario, con un ambiente muy próximo al romanticismo, lo que lo hace un lugar propicio para la expresión del sentimiento. Asimismo, el momento del día en el que sucede lo descrito es la tarde, símbolo del fin, de la cercanía de la muerte, muy empleado por Machado, y que aquí podríamos enlazar con el sentimiento de tristeza (“Fue una clara tarde, triste y soñolienta””La tarde muerta”). El léxico empleado, que se constituye principalmente de adjetivos, describe el ambiente melancólico y oscuro, a partir de numerosos recursos estilísticos, como la sinestesia: “agrio ruido”, “golpeó el silencio”, etc. El sonido de la fuente, por su parte, que representa la memoria, es descrito como algo monótono y eterno: “la fuente sonora,/del parque dormido eterna cantora.”

El texto, como ya fue indicado, pertenece al libro Soledades, una colección de textos en los que predominan las emociones íntimas, el dolor, los recuerdos, la melancolía y la exploración de los caminos interiores del alma.


Comentario crítico 2. Miguel García Ortegón. 2º Bachillerato A (Curso 2010/11)

“Fue una clara tarde, triste y soñolienta...” es un poema escrito por Antonio Machado e incluido es Soledades (1903), en el que el autor nos introduce en un momento de solitaria y melancólica reflexión personal, a través del imaginario diálogo con una fuente en un parque.

En el texto predomina el léxico descriptivo y sentimental: los elementos físicos a los que se hace referencia con el primero son relacionados con las emociones de las que el segundo da parte. Es a esto a lo que se llama (Esta característica se denomina) proyección del estado de ánimo en el entorno, muy frecuente en Machado.

Por otra parte, en función de la fase introspectiva que tenga lugar se pueden diferenciar tres modelos distintos que se suceden:

Primero, una introducción. El poeta abre con una llave la cancela del parque hasta hace un momento cerrado. Ésta se encuentra mohosa, en alusión a que nos estamos deslizando a un lugar de la memoria que hacía tiempo no era visitado, a un pasado lejano (,) casi olvidado. Este lugar es el parque, elemento delimitado e íntimo, idóneo para la expresión de sentimientos. Por lo tanto, ya se ha presentado la situación espacial.

Con respecto a la temporal, al autor acude una vez más a su momento favorito del día: la tarde (símbolo de tristeza, ocaso y muerte), que seguirá apareciendo en el resto del poema, acompañada de diferentes adjetivos: clara, triste, soñolienta, lenta, muerta... Por cierto, nos encontramos en verano.

Por último dentro de este primer apartado, es mostrada (se muestra) la fuente de la que más tarde beberá el poeta, protagonista del segundo momento de la narración lírica.

Ésta constituye el diálogo con la fuente sobre antiguos recuerdos (probablemente de niñez) que ella canta con notas de agua, y en los que la voz poética busca la alegría perdida. Aparecen distintos elementos del pasado, a modo de fugaces “flashes” fotográficos: “mirtos talares”, “fruto maduro” en la rama, “fruta bermeja” del árbol...

La penúltima estrofa, a modo de enlace con el incipiente final, es una despedida de la fuente, pues ella tampoco puede borrar la melancolía que el autor sufre, sino que “su monotonía es más amarga” todavía y no puede ofrecer consuelo.

En tercer lugar, en la última estrofa el poeta sale del parque y cierra finalmente (se puede entender que desencantado) la cancela de su memoria entre chirridos. Se cierra así el ciclo anímico-reflexivo de búsqueda interior de Machado. El último elemento mencionado es el “silencio de la tarde muerta” en alusión probablemente a la soledad, que es lo único que permanece y queda.

martes, 16 de noviembre de 2010

EL POETA VISITA UN JARDÍN


Fue una clara tarde, triste y soñolienta...

Fue una clara tarde, triste y soñolienta
tarde de verano. La hiedra asomaba
al muro del parque, negra y polvorienta...

La fuente sonaba.
Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruido abrióse la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse, grave
golpeó el silencio de la tarde muerta.
En el solitario parque, la sonora
copia borbollante del agua cantora
me guió a la fuente. La fuente vertía
sobre el blanco mármol su monotonía.

La fuente cantaba: ¿Te recuerda, hermano,
un sueño lejano mi canto presente?
Fue una tarde lenta del lento verano.

Respondí a la fuente:
No recuerdo, hermana,
mas sé que tu copla presente es lejana.

Fue esta misma tarde: mi cristal vertía
como hoy sobre el mármol su monotonía.
¿Recuerdas, hermano?... Los mirtos talares,
que ves, sombreaban los claros cantares
que escuchas. Del rubio color de la llama,
el fruto maduro pendía en la rama,
lo mismo que ahora. ¿Recuerdas, hermano?...
Fue esta misma lenta tarde de verano.

—No sé qué me dice tu copla riente
de ensueños lejanos, hermana la fuente.

Yo sé que tu claro cristal de alegría
ya supo del árbol la fruta bermeja;
yo sé que es lejana la amargura mía
que sueña en la tarde de verano vieja.

Yo sé que tus bellos espejos cantores
copiaron antiguos delirios de amores:
mas cuéntame, fuente de lengua encantada,
cuéntame mi alegre leyenda olvidada.

—Yo no sé leyendas de antigua alegría,
sino historias viejas de melancolía.

Fue una clara tarde del lento verano...
Tú venías solo con tu pena, hermano;
tus labios besaron mi linfa serena,
y en la clara tarde dijeron tu pena.

Dijeron tu pena tus labios que ardían;
la sed que ahora tienen, entonces tenían.

—Adiós para siempre la fuente sonora,
del parque dormido eterna cantora.
Adiós para siempre; tu monotonía,
fuente, es más amarga que la pena mía.

Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruïdo abrióse la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse, grave
sonó en el silencio de la tarde muerta.

Soledades (1903)


Para realizar el comentario crítico de este poema te ofrecemos este material:

1. Poética del jardín. Recordemos que "el jardín" es un motivo recurrente en la poesía modernista. En este artículo se realiza un análisis detallado de su utilización en la poesía contemporánea (especialmente interesantes las líneas dedicadas a la poesía machadiana).

2. La presencia de Nietzsche en Antonio Machado. Interesante artículo que analiza la presencia de la naturaleza en los poemas del autor sevillano.

lunes, 8 de noviembre de 2010

INTRODUCCIÓN AL SIGLO XX. EL MODERNISMO LITERARIO





Con esta presentación comenzamos la literatura del Siglo XX. Repasa los conceptos fundamentales para conocer el tema que vamos a abordar.