miércoles, 9 de diciembre de 2009

LA POESÍA ERÓTICA DE JUAN RAMÓN

¿Un Juan Ramón erótico? Así nos lo confirma la publicación de Libros de amor por la editorial gallega Linteo. En el siguiente artículo de Blanca Berasategui se estudia la génesis y el carácter de estos poemas tan alejados de la imagen oficial del poeta moguereño.

"Un Juan Ramón nuevo, sorprendente, erótico, sensual, humano, siempre lírico. Un Juan Ramón distinto, enamoradizo e incluso lujurioso, que nos habla de la “impetuosa voluntad de mi deseo”. Un Juan Ramón inédito. Así se nos presenta el poeta en Libros de amor, el poemario que dentro de unos días publica la editorial gallega Linteo con un centón de poemas desconocidos de Juan Ramón Jiménez adolescente y veinteañero, muchos de los cuales –hasta 25– son absolutamente inéditos. La edición ha estado a cargo de José Antonio Expósito, que lleva buceando en los archivos y marcando la huella del poeta desde hace más de veinte años. A él debemos también el anterior libro inédito de Juan Ramón Jiménez, Ellos, y los que vendrán, porque el editor continúa su búsqueda y sus hallazgos.

Los poemas de Libros de amor los escribió Juan Ramón entre los años 11 y 12 del siglo pasado. Tenía entonces el poeta treinta años. Son alejandrinos perfectos, de verso largo, que JRJ escribía desde el recuerdo de su adolescencia en Moguer y de su juventud en Sevilla, Francia y Madrid, de sus primeras experiencias eróticas y amorosas, a los que puso nombre y apellido. Así, el libro nos descubre a mujeres que nunca habían aparecido antes en la vida de Juan Ramón, pero sobre todo nos descubre a un poeta más idealista y alegre que meláncolico, más apasionado y carnal, aunque siempre espiritual; tan espiritual que sus versos más eróticos y explícitos los reunió bajo la rúbrica de Lo Feo.

JRJ, que ya entonces lo diseñaba y programaba todo, entregó el libro a la imprenta en junio de 1913. Lo iba a publicar la editorial Renacimiento, que ya había editado meses antes Laberinto. El boceto de la portada dibujado por él permanece guardado en el Archivo Histórico Nacional, y el libro lo dividió el poeta en tres partes: Pasión primera, Lo Feo y Memoria del corazón. El breve y bello prólogo que escribió para entonces también lo acabamos de conocer: “No es el amor de una mujer, en tres tiempos distintos; son tres tiempos del amor, a través de varias mujeres. Por eso hay ojos azules, ojos negros, ojos de oro… porque los ojos del amor no son de un color preciso”….

Zenobia le disuadió

¿Y qué pasó, por qué no se publicó, como estaba previsto, en ese 1913 en Renacimiento? Al parecer, fue cosa de Zenobia. El gran amor de Juan Ramón, Zenobia Camprubí, había aparecido ya en la vida del poeta, y a ella no le gustó nada la sensualidad y el erotismo que destilaba el poemario Laberinto que acababa de publicar Juan Ramón. Así se lo expresó Zenobia al poeta en una carta: “Anoche leí Laberinto. Lo leí porque lo había escrito Ud., conste, que si no estoy segura de que no hubiera aguantado hasta el final. Y cuando lo concluí tenía una rabia contra Ud….” ¿Resultado? Juan Ramón retiró de la imprenta el libro de sus poemas de amor y postergó para siempre su publicación para asegurarse el amor de Zenobia. En ese momento se cierra un ciclo importante, no sólo en la vida personal del poeta, también en su obra. A partir de ahora Juan Ramon Jimenez firmaría sus poemas con el nombre completo, no J. Ramon como hasta entonces; su influencia poética vendría más del mundo anglosajón que del francés, como había ocurrido hasta entonces, y emprendería el camino de una poesía más intelectual.

Los años –explica José Antonio Expósito– los han ido dispersando. Algunos se publicaron en revistas de poesía del momento, y nunca más. Otros se perdieron, o fueron robados, en el asalto que sufrió su casa de la calle Padilla en Madrid y otros más fueron felizmente recuperados y enviados a Puerto Rico, donde Juan Ramón ya estaba instalado allí para siempre con Zenobia, o al Archivo Histórico Nacional”.

Las novicias del sanatorio

Las mujeres que enamoraron a Juan Ramón vivían en Moguer, Madrid, Sevilla, Francia y en el sanatorio del Rosario de Madrid. Unas eran adolescentes como él, otras señoras casadas y otras novicias. Blanca Hernandez-Pinzón, Susana Almonte y Carmen Rasco eran las moguereñas; llegaron luego las francesas Jeanne Roussié, mujer del doctor Lalanne, y “Francina”, a las que Juan Ramón dedicó los versos más encendidos: “Tu sexo negro, suave como un pulmón de pájaro”, o, “cuando te levantaba las faldas perfumadas”. Tras su estancia en Francia, Juan Ramón ingresó, a los 19 años, en el Sanatorio del Rosario, “el sanatorio del retraído” lo llamaba el poeta, y muy pronto se sintió atraído por las tres novicias más jóvenes del convento: Pilar Ruberte, Filomena y Amalia Murillo. De la hermana Pilar escribe Juan Ramón: “Desde el primer día me pareció un mármol de museo, ablandado y calentado por mi”. A ella se dirigía en el poema “Deshojábamos nuestros cuerpos ardientes…” Después de unos meses de escándalo, la hermana Amalia fue trasladada a otro convento y JRJ expulsado del sanatorio por la madre superiora. El último amor conocido de Juan Ramón antes de Zenobia fue la norteamericana Louise Grimm, una de esas mujeres “altas, finas, un poco mustias” del poema."




LAS ROSAS PALPITABAN ENCIMA DE TUS SENOS

Las rosas palpitaban encima de tus senos
duros. Como una flora de las blancas batistas
que tus brazos rosaban cálidamente llenos,
los encajes tentaban con carnes entrevistas

¡Qué cándida lujuria en tus bucles con lazos
rojos! ¡Oh, tus mejillas, mates como jazmines,
bajo la llama negra de los hondos ojazos
sobre la pasión cálida de las rosas carmines!

Ibas hacia la vida con todo tu tesoro
intacto… Me mandaste tus pájaros de amores…
¡y te besé, temblando, tu alegría de oro
con un miedo doliente de poner tristes tus flores!

CUANDO TE LEVANTABA LAS FALDAS PERFUMADAS

Cuando te levantaba las faldas perfumadas
roja, como una rosa, tu cara era una risa;
tus ojos negros eran más negros y más blandos,
todo el aroma de tu cuerpo se encendía.

Y sobre la locura del instante del estío
te cegaba los ojos tu cabellera tibia.
Un mohín de fastidio replegaba tu labio
y mostrabas tus dientes de luminosa china…

Nunca el reproche tuvo tibieza ni amargura,
te dabas toda porque sí, porque querías,
y las rosas quemadas de tu jardín con sol
ornaban con fragancia de oro tu fatiga.

CUANDO, DESPUÉS DE AMARNOS

Cuando, después de amarnos, te coges el cabello
desordenado, ¡cómo son de hermosos tus brazos!
cual en un libro abierto, surge la letra negra
de tus axilas, fina, dulce sobre lo blanco.

Y en el gesto violento, se te abren los pechos,
y los pezones, tantas veces acariciados,
parecen, desde lejos, más oscuros, más grandes…
el sexo se te esconde, más pequeño y más blando…

¡Oh, qué desdoblamiento de cosas!
Luego, el traje lo torna todo al paisaje cotidiano,
como una madriguera en donde se ocultaran,
lo mismo que culebras, pechos, muslos y brazos.


EN
LA ARDENTÍA DEL PLACER ME HAS DESNUDADO

En la ardentía del placer me has desnudado
todo: tus senos tibios, dulces como la muerte,
tus brazos imprevistos con sus hierbas de luto,
la misteriosa pesadilla de tu vientre…

El placer ha sentido todo, bajo sus manos,
bajo sus labios, bajo sus fantasías, entre
la locura sin nombre de todos los ardores
un fuego de colores en un fuego de fiebres.

Luego, un pudor que torna de tu inocencia antigua
te hace, si te sonrío, rojecer levemente
y te arreglas tus faldas y te guardas tus pechos
confusa, con un aire dulce y adolescente

2 comentarios:

ZUMO DE POESÍA dijo...

Algunos de estos poemas aparecerán próximamente en Zumo de Poesía.

EMILIA ALARCÓN

Anónimo dijo...

me la voy a jalar